2 x 6
Dos puntos que valen por seis. Los cosechó Defensor en dos partidos partidos de gran intensidad.
"Lo grité, no sé por qué pero lo grité", "me nació gritar el gol de Zeballos". ¿Fui la única que recibió este tipo de comentarios de manyas, bolsos y hasta hinchas danubianos?
Si hay algo que es cierto, es que Defensor contagia la energía en la Libertadores. Porque está haciendo una gran campaña, pero sobre todo porque la está haciendo bien. Nadie nos regaló nada para estar donde estamos. Con diferencias económicas y futbolísticas, Defensor se plantó en Belo Horizonte y demostró que en la cancha siempre se juega once contra once.
Minuto 92:30. Quedan 30 segundas para el final y Defensor sale tocando desde el fondo, porque cree que se puede. Y como quien no quiere la cosa, Gastón Silva se va para adelante, hace una pared formidable con Giorgian, y sigue. Los hinchas no creemos lo que está pasando. Define y el arquero da rebote.
Como si fuera poco llega por el lateral derecho, Zeballos en reencarnación de un demente, dispuesto a que esa pelota entre como sea. Y la pelota entra, y es gol, y Defensor lo empata en la hora.
Por unos segundos, el resto del mundo deja de importar. Cada uno desgarrándose las gargantas desde su casa, porque, ya entrada la medianoche, solo nos importa que los vecinos se enteren.
Que escuchen que Defensor consiguió otra hazaña, pero esta vez en Brasil. Que vale la pena despertarse, porque el equipo del Parque Rodó está dando la cara por el fútbol uruguayo.
Fue un empate que fue mucho más victoria que empate. Fue un punto que vale mucho más que un punto. Que vale por los dos puntos que no consigue Cruzeiro y nos coloca en un muy buen lugar para pasar la fase de grupos.
Y el domingo, para mí, volvimos a ganar otro punto. El equipo había llegado de Brasil hace no más de 24 horas, con gran agotamiento físico. Así fue que salimos a buscar el partido en la curva sin la presencia de Zeballos, Pais o Fleurquin. Y con uno menos durante 60 minutos, Defensor aguantó el partido en la Maroñas. No es poca cosa.
El viernes, después del histórico empate, me levanté feliz y fui al gimnasio, como siempre, pero esta vez con el objetivo de recibir comentarios y halagos de lo que había logrado la viola. Pero no habían visto el partido. Sí, insólito. Empecé a relatar las jugadas trascendentes con lujos de detalles, quería que de verdad se entendiera la lluvia de emociones que habíamos vivido.
Cuando terminé, un hincha carbonero me dijo que le sorprendió que yo supiera tanto de fútbol. Le respondí que no era así, que yo era solo una hincha, que de fútbol sabe Defensor.