Un puñado de locos
De pie, violetas. Que lo que logró Defensor el martes, queda guardado como uno de los mejores partidos de los últimos tiempos.
Foto: Catalina Di Candia
Hoy entiendo. Entiendo a los que no lo entienden. Entiendo que les parezca ridículo que reclamemos estar en la tapa de los diarios deportivos. Entiendo que no compartan la alegría desenfrenada del día después. Entiendo que no logren comprender que el martes Defensor logró una hazaña. Que el martes, todos nosotros, escribimos historia.
Entiendo que no lo entiendan, si ellos no vieron a su equipo renacer en el momento que más lo necesitaba. Si no estuvieron sufriendo el año pasado junto a Defensor en lo que fue el peor bajón de los últimos años.
Si no saben que Cruzeiro es el equipo que trabaja con mayor presupuesto de todos los que jugamos la Copa Libertadores. Si no saben que Cruzeiro es el actual campeón de Brasil y posiblemente el rival más duro de la Copa.
Si no conocen la humildad de un pichón de crack como lo es Giorgian de Arrascaeta. Si no vieron la transformación que tuvo Gedoz desde el día que debutó hasta llegar al jugador que es hoy día.
Si no conocen las adversidades que tiene que sortear Defensor, semana a semana. Si no se les infla el pecho cada vez que salen once jugadores con la casaca violeta puesta. Si no tienen sangre violeta corriendo por las venas.
Entiendo que no lo entiendan. Pero a todos los que vivimos estas situaciones, participamos de este proceso y entendemos de las duras condiciones que teníamos para ganar este partido, se nos hace un nudo en la garganta.
Seguro que al despertarnos, todos corroboramos que no fue un sueño. Ya buscamos los goles en YouTube y les dimos replay hasta el hartazgo. Miramos notas en portales brasileños para leer que ellos también piensan que Defensor, el martes, superó a Cruzeiro.
No alcanzan las palabras para agradecer a los jugadores que dejaron todo. Que salieron a matar. Que se creyeron capaces de ser más que el mejor de Brasil. Que lo fueron. Que jugaron concentrados y que no aflojaron nunca a pesar del agotamiento físico.
Que mostró su mejor juego aún jugando con diez hombres. Que se comprometieron. A Curuchet que planeó el partido formidablemente y que tuvo la capacidad de armarlo aún mejor para el segundo tiempo.
Así que entiendo si no lo sienten, pero no importa. Me alcanza con saber que hay un puñado de locos que hoy están tan orgullosos como yo y que entienden perfectamente que el martes, Defensor escribió historia.
Entiendo que no lo entiendan, si ellos no vieron a su equipo renacer en el momento que más lo necesitaba. Si no estuvieron sufriendo el año pasado junto a Defensor en lo que fue el peor bajón de los últimos años.
Si no saben que Cruzeiro es el equipo que trabaja con mayor presupuesto de todos los que jugamos la Copa Libertadores. Si no saben que Cruzeiro es el actual campeón de Brasil y posiblemente el rival más duro de la Copa.
Si no conocen la humildad de un pichón de crack como lo es Giorgian de Arrascaeta. Si no vieron la transformación que tuvo Gedoz desde el día que debutó hasta llegar al jugador que es hoy día.
Si no conocen las adversidades que tiene que sortear Defensor, semana a semana. Si no se les infla el pecho cada vez que salen once jugadores con la casaca violeta puesta. Si no tienen sangre violeta corriendo por las venas.
Entiendo que no lo entiendan. Pero a todos los que vivimos estas situaciones, participamos de este proceso y entendemos de las duras condiciones que teníamos para ganar este partido, se nos hace un nudo en la garganta.
Seguro que al despertarnos, todos corroboramos que no fue un sueño. Ya buscamos los goles en YouTube y les dimos replay hasta el hartazgo. Miramos notas en portales brasileños para leer que ellos también piensan que Defensor, el martes, superó a Cruzeiro.
No alcanzan las palabras para agradecer a los jugadores que dejaron todo. Que salieron a matar. Que se creyeron capaces de ser más que el mejor de Brasil. Que lo fueron. Que jugaron concentrados y que no aflojaron nunca a pesar del agotamiento físico.
Que mostró su mejor juego aún jugando con diez hombres. Que se comprometieron. A Curuchet que planeó el partido formidablemente y que tuvo la capacidad de armarlo aún mejor para el segundo tiempo.
Así que entiendo si no lo sienten, pero no importa. Me alcanza con saber que hay un puñado de locos que hoy están tan orgullosos como yo y que entienden perfectamente que el martes, Defensor escribió historia.