A la cabeza
De atrás, en la hora, y poniendo lo que hay que poner, seguimos siendo los mejores del torneo tras la agónica victoria ante Rampla.
La tarde y el partido resultaron tremendamente atípicos. La lluvia complicó todo, y tanto fue así que el partido se llegó a suspender por tormenta eléctrica. Evidentemente las condiciones adversas del terreno de juego y el clima favorecen al equipo mas débil futbolísticamente, que en este caso está claro que se trataba de Rampla.
No demoraron en sacarle provecho a aquella situación y a los pocos minutos de reanudado el partido, consiguieron el primer gol del partido.
Como era de suponer, se metieron atrás en busca de aguantar el resultado. No alcanzó para frenar al mejor equipo y puntero del campeonato que, a pesar de la situación climática, desplegó su fútbol y llegó con mucho peligro al arco del local. Tanto fue así, que no demoró en llegar el gol del merecido empate.
Centro medido desde la derecho para Juan Pablo, que conectó un cabezazo implacable para el empate. La ambición, de cualquier manera, seguía siendo buscar el arco rival, en busca de una nueva victoria. Perdimos claridad en virtud de que Rampla entendió que si seguía jugando tan cerca de su propio arco, no iba a demorar en tomar otro gol. Por eso el primer tiempo se fue en tablas.
El segundo tiempo se jugó con mucho corazón, y no tanto fútbol. Claro, la cancha no lo permitía. El local, mucho más acostumbrado que nosotros a jugar en canchas en mal estado, nos complicó mucho las cosas, al punto tal que tuvieron en un pasaje del complemento el dominio del terreno y un par de claras chances de gol.
Pasado ese breve período, y ya acercándose un poco el final del cotejo, se normalizó el trámite y los de Larriera volvieron a tomar las riendas del asunto. Entraron Dany y Mauricio Affonso, quien iba a resultar el héroe de la oscura tarde montevideana.
Ambos intentaron devolverle a Racing la tranquilidad para jugar, y en cierta medida lo lograron. Tres chances clarísimas (dos de las cuales se estrellaron en los palos del arco rival) auguraban que podíamos llevarnos otro triunfo agónico.
Supongo que la gente que dice que tenemos suerte no ve los partidos, porque el gol debería haber llegado en cualquiera de esas instancias, o alguna otra que tuvimos.
El incesante aliento de la banda era atronador cuando ya iban 90 minutos de partido (más la demora por la suspensión momentánea). En todos los pasajes del partido hicimos sentir a los jugadores que estaban en el Roberto, apoyados por nuestra gran hinchada. Ellos nos retribuyeron con una victoria hermosa.
Otra vez un centro perfecto desde la derecha, encontró esta vez a Mauricio Affonso para que este metiera un cabezazo sencillamente perfecto, y clavara la pelota en el segundo palo. Fantástico. Debo confesar que no me acuerdo mucho lo que pasó en los instantes siguientes al gol.
Fue tal la emoción que me -nos- invadió, que me fundí en un apretadísimo abrazo con mi viejo en un desquiciado grito de gol y no recuerdo demasiado de esos instantes, obnubilado por la emoción.
No era muy distinto el panorama en el resto de la poblada tribuna visitante del Olímpico. Euforia, locura y emoción desmedida brotaban de cada uno de nosotros, que nos sabíamos más orgullosos y punteros que nunca. Otra vez en la hora, otra vez de atrás, y otra vez de visitantes.
Increíblemente, en estas 7 fechas, este plantel y cuerpo técnico ya nos ha regalado tanto. De los goles que más hemos gritado en nuestras vidas, varios se convirtieron este campeonato.
Al partido no le quedaba nada, y faltó que el juez nos deleitara indicando el final del partido, decretando que el Racing Club de Montevideo, ganó por sexta vez y es una vez más puntero solo.
La imagen del festejo con los jugadores y nuestra hermosa gente al final, es de esas que se quedan en el corazón por mucho tiempo. Así que gracias, Racing, muchas gracias. Porque el sueño sigue vivo y sigue intacto.
Lo que se viene son dos partidos que bien pueden marcar nuestro destino de cara al final: Defensor y Nacional, que ganó con mucha fortuna ante Wanderers el sábado. Al margen de los resultados vamos a acompañar como lo hemos hecho siempre. ¿Cómo no lo vamos acompañar? Si lo vimos último en la B no hace tanto y seguíamos yendo.
Para saborear lo dulce, hay que haber conocido lo amargo.
Hasta el fin de semana que viene. ¡Racing y nadie más!