Con gusto a poco

Un empate con sabor amargo.

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Peñarol se fue del Franzini con un punto, manteniendo el invicto y sin recibir goles. Esta afirmación puede tener un dejo de mediocridad pero no deja de ser cierta. Intento empezar con lo rescatable para no calentarme mucho.

Si bien es verdad que nuestra defensa tuvo una buena tarde, no se puede decir lo mismo del ataque de Defensor, por ende no costó tanto mantener la valla en cero. Con un Migliore cada vez más seguro en el arco, y la mera presencia del gran Carlos Valdez en la zaga, basta para mantener esa imbatibilidad por un par de fechas más.

No falló Peñarol en su entrega ni en su intención de jugar la pelota al ras del piso hasta encontrar en Jonathan alguna escapada fugaz. No falló tampoco a la hora de quitar el balón de los pies del rival

¿Dónde está entonces el sabor amargo que mencionábamos en el encabezado? Está en el hecho de tener que compartir puntos con un equipo tan chato como el que tiene Defensor. El equipo nos falló en su juego colectivo y a la hora de concretar, ayudado por un planteamiento cuasi bélico por parte del violeta.

Curutchet jugó a no dejar jugar al rival y creo que se fue a su casa feliz. El fusionado pegó, Peñarol respondió y eso dejó como saldo un partido de bajísimo nivel.

Quizás fue en los primeros minutos en los que el local buscó verdaderamente el arco rival, pero se encontró a un aurinegro bien parado atrás, que aunque le costaba salir jugando, robaba cualquier pelota que conllevara amenazas de gol en la puerta del área.

Con los minutos, el equipo de Fossati se fue asentando y salió poco a poco a buscar el partido. Terminó el primer tiempo jugando cerca del área rival, con Pacheco y el "Japo" siendo nuevamente los protagonistas.

Pero esa evolución en el juego se apagó en un segundo tiempo en el que hubo de todo menos fútbol. La única acción rescatable fue una jugada individual, tan bizarra como magnífica, de Alejandro Silva en su propia área, cortada impunemente por Nicolás Olivera con una entrada totalmente antideportiva.

Luego de ese acontecimiento Fossati dio ingreso a Orteman y a Marcel Novick, quitándole al equipo la posibilidad de generar fútbol en la mitad de la cancha. En esto se equivocó enormemente el técnico del decano, que parecía más cómodo con el empate incluso que el DT violeta.

Peñarol no debe jugar a empatar, ni de visitante ni contra nadie, el partido pedía por un Olivera o incluso un Hernán Novick.

Párrafo aparte merece el incidente que dio fin a este lamentable encuentro, una vez más por parte de las personas que nos quieren quitar la fiesta, que nos quieren alejar de Peñarol. En la última jugada del partido, cuando Luna tomaba carrera para ejecutar un corner, le cayó desde la tribuna una petaca, lo cual hizo que el juez terminara el partido.

Otro regalo de la gente que va al fútbol a pudrirla, de los que hacen que no nos dejen entrar banderas al estadio ni usar fuegos artificiales, sacandole al deporte rey ese sabor popular que tanto nos gusta a los hinchas de verdad.

Pero lo más lindo que tiene el fútbol es que siempre da revancha, y lo bueno de la revancha es que está a la vuelta de la esquina. En este caso la espera es corta, porque Sud América nos espera el viernes en el Estadio con una oportunidad ideal de sacarnos el gusto a poco que nos dejó el partido ante Defensor.