La orquesta de Alfredo

El hincha disfruta viendo a estos pibes jugar al fútbol.

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Varios eran los condimentos para la previa de un gran partido entre Wanderers y Danubio. Una tarde espectacular en el Prado donde se enfrentaban los últimos finalistas del Campeonato Uruguayo.

Para el hincha bohemio, sensación extraña. No se tomaba como una revancha, ya que el otro partido era una final, y ahora era simplemente una fecha del calendario, pero algo quedó de ese último minuto en donde la franja le arrebataba el campeonato tan deseado al conjunto del Prado.

Prometía ser un partidazo, dos cuadros con estilos diferentes, pero estilos bien definidos. Un Wanderers que a pesar de sufrir varias bajas respecto al campeonato pasado, sigue demostrado que Alfredo Arias hace jugar muy bien a los pibes bohemios.

Y se le sumaba que era el primer partido sin el gran ídolo bohemio, Sergio “Chapita” Blanco, que partió para Perú el fin de semana pasado, y le dejó la cinta de capitán al gran Maxi Olivera, pilar fundamental en este equipo, y hasta se le sumaba que seguramente sea el último partido del bohemio como local en el templo del Viera, ya que se viene la Rural del Prado.

El bohemio fue arrollador desde el pitazo inicial: dominó en todas las líneas al equipo franjeado, sin dejarlo ni siquiera tener chances de gol, con una defensa cada vez más sólida -y ahora goleadora-, un doble 5 que se nota que aprendió y mucho de Guzmán Pereira y Santiago Martínez, y una delantera que se conectó a la perfección con el medio, mostrando un fútbol dinámico y vistoso.

Diego Riolfo entró imparable, con su velocidad era imparable. La apertura del local fue de Matías Quagliotti, volviendo a las redes bohemias. Nico Albarracín de una tarde fantástica, imparable en el ataque bohemio, armó una jugada y se la sirvió el gol a Gularte, que se estrenó como goleador bohemio.

La goleada la sellaron Ale Silva, con un golazo al ángulo, y Gastón Bueno de cabeza, hoy en día uno de los mejores defensas del medio.

¿La figura del partido? Muy difícil de elegirla. Los pibes de Alfredo estuvieron imparables, jugando un fútbol casi perfecto. Eso sí, destacar al gran Leandro Paiva, fruto de las inferiores de Wanderers, un tractor en la mitad de la cancha, no solo marcando sino haciendo jugar al equipo.

Y el despliegue de Dieguito Riolfo que coronó un partido redondo. Tanto es así que los dos fueron ovacionados en el templo bohemio.

Como dice el título, fue la orquesta de Alfredo, que sigue demostrando que da gusto ir a ver a este equipo. Siempre jugando por el piso, gustó y goleó al último campeón. El hincha disfruta viendo a estos pibes jugar al fútbol, y como siempre se vuelve a ilusionar, vuelve a soñar.

Como dice la canción de Jorge Drexler, dos colores: blanco y negro: “El director de la banda, silbando bajito…”. Así se iba Alfredo Arias, plasmando otra clase de fútbol en el Parque Alfredo Víctor Viera, abandonaba el terreno, perfil bajo, fiel a su estilo.