Romper la racha

Este plantel está para mucho más que salvarse del descenso.

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Hubo que ir hasta el mismo terreno (el mismo, en serio, fue ahí, a pocos metros de la cancha) donde en 1811 los comandados por José Gervasio Artigas libraban su primera contienda, derrotando al gobernador Elío, su capitán Posadas y sus tropas españolas y profesionales, a media tarde de aquel 18 de mayo.

Pero no teman, no se viene ninguna comparación con la épica Batalla de Las Piedras. Primero, por lo inconveniente, simplista y tonto de comparar al fútbol con la guerra. Segundo, porque acá no hubo “batalla”.

Sud América, apelando a sus mejores armas, le pasó por arriba a Juventud, encerrándolo hasta el final. No hubo, por tanto, en absoluto “clemencia para los vencidos”.

Es que más allá del penal obsequiado por Giménez al final del primer tiempo (ese gol, una vez más un regalo de los jueces para con los rivales) sirvió para que los de Las Piedras pudieran fantasear durante los 15 minutos del intervalo con dar vuelta el asunto.

Más allá de alguna llegada aislada en el segundo tiempo, todo se puede resumir en la archiconocida expresión futbolera: “Les pintamos la cara”.

Citándome a mí mismo (se estila en este género) en este amable espacio del hincha cedido por PDA, era cuestión de tener paciencia, seguir apoyando y esperar que entrara. Y entró. Y siguió entrando. Y pudo haber entrado más. Y seguirá entrando.

Porque eso tienen las rachas en el fútbol: no hay nada misterioso, místico, esotérico, ni nada de eso. Tal vez sean las probabilidades estadísticas, acaso el azar o lo que fuera, pero simplemente las rachas existen.

Así como el goleador anda meses con “la pólvora mojada”, un día se le “seca” y la empieza a meter hasta con la pera y de rebote. Así como el golero tiene rachas en las que “sale a cazar mariposas” (por suerte parece que a Carini lo agarramos justo en una de esas, pero qué le va a hacer, son cosas del fútbol), un buen día las vuelve a tapar todas.


Así las cosas, vuelvo a citarme y a dejar claro que ayer demostramos lo que somos: un muy buen equipo, con una buena cabeza técnica, con ganas de jugar bien y gustar, con la entrega y sacrificio necesarios y con alguna limitación que tiene que ver con nuestra escala institucional (empresarial, digamos).

Pero este plantel está para mucho más que salvarse del descenso. Con tranquilidad, orden y el mismo espíritu, podemos consolidar esta energía renovada en las redes y realmente pensar en algo más, subir nuestras aspiraciones.

Esto recién arranca, queda medio torneo y la otra parte entera. Derrotando a los rivales “directos”, soprendiendo a los “indirectos” y manteniendo el equilibrio demostrado de a ratos hasta ahora, creo que vamos por el buen camino.


Un día de estos les voy a contar mi historia con la familia Toyos. Todos conocen a Julio, reconocido periodista y emblema inconfundible de la IASA. Pero pocos conocen a su hermano Raúl. Y a su sobrino Marcelo.

Si hay que resumir en un nombre al hincha de la IASA, entre los tres o cuatro primeros que se le vienen a la mente a cualquier hincha buzón está -sin dudarlo ni un segundo- el de Marcelo Toyos. Por un montón de cosas que un día les contaré.

Por hoy, solo me quedo con el apunte de ayer de mi querido Marcelo, que más claro no pudo ser: “Jugamos muy bien, fuimos mejores, el gol de ellos no fue penal. De lo mejor: Argachá, Pellejero y 
 Luna. Ganamos bien y jugando al fútbol”. Sobran los comentarios ante tanta claridad.

Los golazos de Argachá (¡qué campañita!) y del Bebu Luna (tanto talento junto, qué bueno disfrutarlo desde el último campeonato en la B hasta ahora) están entre los mejores del campeonato.

Tenemos flor de golero, una defensa que mejora y se fortalece, un mediocampo que crece en entrega y calidad, un Centurión en gran nivel y unos puntas que, con la sabiduría y picardía de Maureen (que volvió a “mojar”, ¡grande Franco!), va a terminar de explotar en goles en cualquier momento.


Y me agregó Marcelo: “Un párrafo aparte para la gente que fue a ver a la IASA”, saludando a ese puñado de hinchas que bajo agua y a la distancia, van en las mejores y las peores épocas a la cancha, a transpirar esa sangre naranja que dentro de la cancha, hoy demuestran estos jugadores, con Federico Gallego a la cabeza.

La semana que viene nos toca otra “batalla” con Tacuarembó, otro rival directo si miramos el descenso. Si seguimos así, no dudo de otros tres puntos vitales. Por ahora, adiós Juventud…