En una tarde espantosa para jugar al fútbol, donde la lluvia y la tormenta fueron protagonistas, Fénix empató como local ante el vigente campeón uruguayo y el césped de su cancha fue regado después de mucho tiempo por el talento de Martín Liguera.
 
Del partido no hay mucho para decir. Más allá de que el equipo tuvo algunas situaciones para llevarse la victoria, el empate fue el resultado más justo.
 
La sensación de que se pudo ganar existió, pero sumar un punto ante el actual campeón es meritorio por más que Danubio no arrancó bien en el Apertura. Se mantuvo el cero en nuestro arco, algo fundamental teniendo en cuenta las dudas que generó el equipo en el fondo en la fecha pasada.
 
Corría el minuto 52¨ cuando Gustavo Bueno mandaba a la cancha a Martín Liguera, el “Pirlo de Capurro”. Después de pasar varias semanas lesionado, Martín ingresaba nuevamente al lugar donde es más feliz y hace feliz a los hinchas.
 
Todos sabemos que cuando la pelota le llega a Martín, algo va a pasar. Nos ilusionamos con esa pelota imposible que solo el “Pirlo de Capurro” es capaz de meter para quebrar a la defensa rival.
 
Cuando el resultado es favorable, tenemos claro que si le damos la guinda, la aguantará el tiempo necesario y la protegerá hasta que la impotencia del rival termine cometiéndole falta.
 
Los años pasaron, el físico ya no es el mismo y su posición en la cancha se retrasó algunos metros. Sin embargo, la inteligencia de Martín hace que todo eso quede en segundo plano. Él siempre está un paso delante de la jugada, corre con la cabeza y juega con la tranquilidad que solo los tipos con mucho talento tienen.
 
Para los que todavía no llegamos a los 30,  Liguera integra mi podio de ídolos junto al “Polaco” Claudio Rivero y Pablo Repetto. Estoy seguro que cada hincha tiene a sus jugadores preferidos que van más allá de la lógica y lo demostrado dentro de la cancha.
 
Hasta la semana que viene, a buscar ese triunfo a San Carlos. Como siempre y como cada día… ¡No Baja!