¡A revertirlo!

El equipo de Fossati mostró su peor cara ante un tímido Estudiantes y se vuelve a Montevideo con una afortunada derrota.

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Foto: facebook.com/OficialCAP
La ausencia de Jonathan Rodríguez y las suspensiones de Píriz y de Marcel Novick condicionaban de antemano la preparación de un partido copero de alta intensidad. A su vez Rodales se sintió y no pudo ser tomado en cuenta por el entrenador.

Fossati eligió colocar a Juan Manuel Olivera por Jonathan, a Nández por Píriz y a Silva por Rodales. En el primero de estos cambios es en donde estuvo el error más craso del técnico aurinegro. Por culpa de esta equivocación, Peñarol no generó una sola chance en los primeros 45 minutos.

Pero más allá de los desaciertos de Jorge Fossati, hay que criticar al equipo y muy especialmente a la zaga, que hizo un partido para el olvido. Salieron a jugar distraídos, torpes y desordenados; sobre todo Darío Rodríguez quien hizo un encuentro nefasto.

Así fue que en los primeros 30 minutos pudimos estar fácilmente perdiendo por 3 o 4 goles, pero por fortuna solo una pelota había vencido a Migliore: un bombazo de Correa, quien tuvo tiempo y espacio para rematar desde afuera del área.

Luego de esa primera media hora de terror, el aurinegro pareció despertar y empujado por su gente salió al ataque, pero aún carecía de dinámica y de ideas como para ofender el arco pincharrata. El asedio mirasol consistía en pronunciados centros que buscaban a un lentísimo Juan Manuel Olivera.

El primer tiempo terminó con Estudiantes contragolpeando ante un endeble Peñarol volcado al ataque. Los jugadores fueron al vestuario con la enorme fortuna de ir perdiendo solo por un gol.

Era obligación del técnico enmendar su error y realizar cambios necesarios a tiempo. Fue así que se dio ingreso a un Estoyanoff, que entró enchufadísimo y con un desborde por izquierda pudo haber puesto el empate en su primera jugada.

Minutos después y con un tiro libre, el propio Estoyanoff colocó el 1 - 1, para el delirio de los más de 6000 hinchas que se hicieron presentes en La Plata. Y Peñarol levantó con el ensordecedor cántico de su gente y pudo seguir de largo, ya que Estudiantes se volcó al ataque y dejó un panorama propicio para el contragolpe.

Una vez y otra vez, Estoyanoff y Nández tuvieron la victoria en su botín derecho luego de una veloz réplica, pero esta vez la fortuna estuvo del lado del local. Fue entonces fundamental la labor de Zalayeta, quien se encuentra en un momento excepcional: ganando por arriba y asistiendo con gran precisión, siendo uno de los pilares de la mejoría que mostraba el aurinegro.

El partido se iba y, con Orteman en la cancha, el decano buscaba contener el asedio del "team" argentino. Pero el entrenador decidió dar ingreso a un futbolísta que claramente no está preparado para jugar al fútbol de manera profesional.

Sandoval ingresó por Alejandro Silva y no titubeó un segundo antes de arruinarlo todo. Aguirregaray se acomodaba dentro del área y, con una patada violenta e innecesaria, el lateral derribó a su rival y el juez pitó el penal que a la postre le diera la victoria a Estudiantes en los descuentos.

Fue tan innecesaria la falta como el rendimiento mostrado por el equipo durante los 90 minutos. Creo que con un poco más de orden y dinámica, se podría haber hecho un partido muy distinto a nuestro favor, ya que el León de La Plata tiene un equipo mediocre que juega en función de nuestra permisividad.

De más está decir que la llave es totalmente reversible y que, con el empuje de nuestra gente y un flamante Jonathan Rodríguez, no puede costar tanto convertir uno o más goles y procurar mantener nuestro arco en cero. Para lograr eso es menester la concentración, el orden y por su puesto la característica entrega, sello de la gloria de nuestro club.

Antes de la vuelta con Estudiantes, hay un partido de vital trascendencia ante Wanderers el sábado. El triunfo se hace impostergable para no perderle pisada a Nacional en el Apertura.

La situación, ya sea mirando el ámbito local o el continental, es totalmente reversible y más cuando hablamos del inmenso Peñarol de los milagros. Habrá que hacer caso a lo que reza uno de los famosos pabellones que enseña la bulliciosa parcialidad mirasol: "¡Vaya y fornique, Peñarol!", siendo la cópula una metáfora de avasallamiento sobre el rival.