Fue básquetbol
No se pudo, pero una vez más el amor es más fuerte.
Una serie que Aguada tuvo que afrontar con bajas que marcaron esta diferencia, sin nuestros dos jugadores estrellas el aguatero salió a la cancha y dio pelea. El primer partido se ganó cómodamente y el segundo partido nos sentenció a tener que ganar al equipo de Limeira por más de cinco puntos.
Un partido final para el recuerdo; provocó de las más variadas taquicardias a todo un estadio colmado, y pese a todo sufrimiento nos dejó la frente en alto y el máximo orgullo de este ‘equipazo’. Aguada es inmenso y está más que demostrado. Los resultados pasan a un segundo plano cuando se pueden ver esos colores con tanta garra hasta el último segundo. Limeira supo mostrarnos esto, el respeto que nos hemos ganado a nivel continental y eso nos deja más arriba que cualquiera.
Un final raro e inquietante, que exigió de inteligencia, estrategia, pensar cada segundo, y los nervios de todos iban creciendo hasta llegar a su máximo nivel. Fue insólito, medir la jugada para no sumar, nadie está acostumbrado a eso. Nos servía forzar un nuevo alargue para intentar sacar la ventaja de cinco puntos que necesitábamos.
Los brasileños abajo, pero con su clasificación ya obtenida, no intentaron empatar el partido en los últimos segundos a fin de eliminar a Aguada del certamen y evitarlo así como posible rival en el próximo cuadrangular. Esta actitud no se puede catalogar de otra manera que de cobardía, vergonzosa cobardía.
El partido mostró una mejora sustancial, en cuanto al encuentro de la noche anterior. Joaquín Izuibejeres dio fortaleza al equipo y fue una figura fundamental. Supimos ver pelear cada bola a uno y cada uno de nuestros jugadores. Se pensó, se analizó mientras el tiempo y la sangre lo permitieron. Fue básquetbol.
No se pudo, pero una vez más el amor es más fuerte. El orgullo crece y la pasión está intacta. Estos colores despiertan un sentir único en su hinchada y en sus jugadores, esto no se ve en otro lado. Esto es Aguada.