De nuevo se repite la historia de la Liga pasada: reclasificación con victoria y cuartos de final contra Malvín, que otra vez llega como candidato.
 
Eso sí, esta vez la mano con Biguá se complicó de más y recién en el quinto punto y en la Plaza logramos el objetivo inicial: meternos entre los ocho. Y es razonable que hayamos sufrido, primero porque es así por nuestra historia, y segundo porque a lo largo del campeonato nunca encontramos una regularidad que nos permita respirar tranquilos ni un segundo.
 
Los altibajos de los jugadores nacionales y los continuos cambios de extranjeros explican un poco esa falta de regularidad, pero cuando las papas quemaban no fallaron. Williams da una mano, aunque extrañamos a Kenny, y hasta ahora no encontramos el socio ideal para el grande, aunque Cummings repuntó en el último partido.
 
Y capaz que llegar así es mejor, bien de punto, como estamos acostumbrados. Malvín tiene un cuadrazo y tiene, además, el respaldo de la guita para cambiar yanquis si les fallan. Nosotros ahí andamos, a los tumbos, pero de matarnos así de fácil, ni soñar. Nadie daba dos pesos en la Super Liga por nosotros, y la cuestión es que Malvín no nos pudo ganar. Los protagonistas son otros, es cierto, ¿pero por qué no podemos volver a sorprender?
 
Hará falta una intensidad defensiva tremenda,  no fallar en ofensiva y tener la cabeza fría en los momentos claves del partido. Y la banda del misionero, como siempre, alentando constantemente demostrando por qué somos grandes, y por qué nadie, sin antes romperse el lomo, nos va a sacar de la Liga.
 
¡Tranquilo el Goes!