¡Qué poquito!
Peñarol se perdió de ganar un clásico más que favorable.
Se agotó la Ámsterdam, la América y luego la Olímpica, se tiñeron las tribunas de oro y carbón y, al ver las alineaciones, no se podía pensar en otra cosa que no fuera una victoria aurinegra para ponerse cada vez más cerca de la obtención del Clausura.
Con jugadores más experientes y talentosos, y con un estadio apoyando a rabiar, el carbonero tenía la obligación de salir a buscar el encuentro aunque el empate también le sirviera.
Y así fue, al menos por 20 minutos. Peñarol presionó, tocó y se acercó bastante al arco de Bava. Pero a lo largo de este campeonato le hemos criticado a este plantel que juega al futbol de 10 a 30 minutos por partido y luego se apaga, y el clásico no fue la excepción.
Las jugadas de mayor peligro del carbonero se dieron en el momento en que Urreta pasó a atacar por el sector izquierdo y causó estragos en la defensa tricolor. Pero luego de la primera media hora de juego, el equipo visitante ya tenía el balón y dominaba las acciones aunque en frente estaban Valdez y MacEachen que, haciendo un partido muy sólido, contuvieron cualquier ataque de Nacional.
Ya en la segunda mitad el decano no hizo ni un esfuerzo por jugar el balón: Pacheco, Aguiar y el Japo desaparecieron y Zalayeta luchaba incansablemente por bajar al piso algún misil de Migliore.
El gol de Nacional llegó. Pudo nunca haber llegado, pero llegó, como consecuencia a una distracción de Sebastián Piriz. Alonso definió notablemente para castigar a ese alicaído Peñarol.
El DT tricolor quedó tan chocho con ese gol que quiso cerrar el partido con cambios netamente defensivos. Bengoechea tuvo la reacción inversa y de esa forma dio ingreso a Leyes y a Novick (el bueno, el de pelo largo). Fue este último el encargado de darle el empate al mirasol luego de una magnifica ejecución de tiro libre.
A esa altura era un resultado más que conveniente para el local teniendo en cuenta el desarrollo del juego. Luego del 1 - 1 el partido cayó en un deprimente vacío futbolístico que hizo que los medios dieran más atención al escándalo de la foto de ambos planteles que al partido en sí.
El empate deja al equipo de Pablo Javier en una situación ventajosa para hacerse con el torneo corto, pero jugando como lo hizo el domingo hasta la selección de Tahití es un rival duro para este Peñarol, que si bien ha mejorado defensivamente, genera fútbol en cuentagotas y no crea chances de gol.
Creo que a esta altura imperan los cambios de Leyes o Novick por Pacheco, y de Diogo por el Japo, pasando otro futbolista a ocupar el lateral izquierdo. A mi juicio esas variantes pueden dar mayor dinamismo y sorpresa al ataque en lo que resta de este campeonato que no se nos puede escapar de las manos.
Con jugadores más experientes y talentosos, y con un estadio apoyando a rabiar, el carbonero tenía la obligación de salir a buscar el encuentro aunque el empate también le sirviera.
Y así fue, al menos por 20 minutos. Peñarol presionó, tocó y se acercó bastante al arco de Bava. Pero a lo largo de este campeonato le hemos criticado a este plantel que juega al futbol de 10 a 30 minutos por partido y luego se apaga, y el clásico no fue la excepción.
Las jugadas de mayor peligro del carbonero se dieron en el momento en que Urreta pasó a atacar por el sector izquierdo y causó estragos en la defensa tricolor. Pero luego de la primera media hora de juego, el equipo visitante ya tenía el balón y dominaba las acciones aunque en frente estaban Valdez y MacEachen que, haciendo un partido muy sólido, contuvieron cualquier ataque de Nacional.
Ya en la segunda mitad el decano no hizo ni un esfuerzo por jugar el balón: Pacheco, Aguiar y el Japo desaparecieron y Zalayeta luchaba incansablemente por bajar al piso algún misil de Migliore.
El gol de Nacional llegó. Pudo nunca haber llegado, pero llegó, como consecuencia a una distracción de Sebastián Piriz. Alonso definió notablemente para castigar a ese alicaído Peñarol.
El DT tricolor quedó tan chocho con ese gol que quiso cerrar el partido con cambios netamente defensivos. Bengoechea tuvo la reacción inversa y de esa forma dio ingreso a Leyes y a Novick (el bueno, el de pelo largo). Fue este último el encargado de darle el empate al mirasol luego de una magnifica ejecución de tiro libre.
A esa altura era un resultado más que conveniente para el local teniendo en cuenta el desarrollo del juego. Luego del 1 - 1 el partido cayó en un deprimente vacío futbolístico que hizo que los medios dieran más atención al escándalo de la foto de ambos planteles que al partido en sí.
El empate deja al equipo de Pablo Javier en una situación ventajosa para hacerse con el torneo corto, pero jugando como lo hizo el domingo hasta la selección de Tahití es un rival duro para este Peñarol, que si bien ha mejorado defensivamente, genera fútbol en cuentagotas y no crea chances de gol.
Creo que a esta altura imperan los cambios de Leyes o Novick por Pacheco, y de Diogo por el Japo, pasando otro futbolista a ocupar el lateral izquierdo. A mi juicio esas variantes pueden dar mayor dinamismo y sorpresa al ataque en lo que resta de este campeonato que no se nos puede escapar de las manos.