No la merecimos

Culminó una nueva temporada de Racing en Primera y el hecho más resonante es, sin dudas, no haber clasificado a una copa internacional.

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¿Clasificar a una copa es algo a lo que ya estamos acostumbrados? Claro está que no. ¿Haber alcanzado 45 puntos en la Tabla Anual es un fracaso? A priori, no. ¿Eso hace que el balance general deje de ser negativo? Habría que ver.

Por un lado, transcurrió otro año con el equipo compitiendo en la Primera División y sin siquiera nombrar la tabla del descenso, más allá de como un fantasma lejano, y nos aseguramos (sin ser por un año catastróficamente malo) al menos dos años más. Se peleó por un campeonato hasta donde se pudo y hasta el final por un boleto a un certamen internacional.

Todo eso es bueno, nadie lo duda. No obstante, el año termina con mucho más lamentos que satisfacciones. No me conformo con haber quedado en la puerta de la clasificación, ni con los 45 puntos, ni siquiera sabiendo que nunca un equipo (desde que clasifica el 6° de la Anual) quedó fuera de la Sudamericana con esa puntuación.

Después del Apertura, esta era una oportunidad casi irrepetible de volver a jugar a nivel continental.

Cuando terminamos aquel torneo con un puntaje digno de campeón, todos sabíamos que teníamos que hacer las cosas muy pero muy mal para no estar entre los 6 primeros. Y las hicimos. Por supuesto que si habíamos contado con algo de suerte en el Torneo Apertura, toda esa suerte se volvió contra nosotros.

A la ida de Mauricio Larriera y el Profe Martínez, grandes artífices el éxito del Apertura (en el año calendario que dirigió el floridense cosechamos 57 puntos) se sumaron las de Malrechauffe y Tabó, dos baluartes en sus respectivos puestos.

No conforme con eso, trajimos un técnico que jamás estuvo a la altura de la situación. Al margen de los pésimos resultados que cosechó, provocó que jugáramos cada día un poco -o bastante- peor.

Yo soy de los que piensan que hay partidos que marcan el destino de un equipo, y el haber perdido con Danubio en la primera fecha, mereciendo ganar claramente, nos afectó.

En toda la segunda mitad del campeonato, Racing nunca fue el mismo y se fue hundiendo en un pozo cada vez más profundo del que nadie nos pudo sacar. Mucho menos el Vasco, con su estilo de juego opaco y timorato. Por supuesto que él es el menor de los culpables, lo sorprendente hubiera sido que lograra cambiar lo que ya venia muy mal.

No sé realmente a qué atribuirlo, pero el rendimiento individual de muchos de los jugadores no ayudó en lo más mínimo. Los mismos que habían rendido hace 6 meses nos sorprendieron con un nivel bajísimo.

Mi héroe en este lío es el capitán, Juan Pablo Rodríguez, quien dejó todo en la cancha en cada oportunidad y se puso el equipo al hombro, hasta jugando fuera de puesto.

Con respecto al partido del fin de semana, no hay mucho que decir. Un primer tiempo en el que creo que hasta se podría decir que dominamos, nos fuimos al descanso abajo en el tanteador producto de la enésima desatención defensiva que dejó a un delantero rival de frente al arco.

Después, lo que ya sabemos: el penal a Martiñones que no sancionaron y el penal a favor de Peñarol, que no hay nadie en el mundo que haya visto alguna vez un partido de fútbol que pueda pensar objetivamente que fue penal.

La rebeldía en el final nos permitió empatar un partido perdido por medio de Affonso (de los mejores en este campeonato y un crecimiento notable) y el golazo de Trindade, pero no alcanzó. De haber jugado con esa actitud todo el campeonato, quizás la historia habría sido otra.

En cualquier caso, la clasificación no se perdió en la fecha 15. Se perdio contra Juventud, contra Cerro, contra Tacuarembó, contra Rentistas, contra Rampla, contra Sud América... Partidos que no
puede perder (menos de la manera que los perdimos) un equipo que pretende jugar un torneo regional. Menos aún, culminando en última posición.
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Todo esto hace que la no clasificación tenga sentido. Es más, no la merecimos, o dicho de otra forma: solo la merecimos por lo hecho en el primer semestre, que es lo mismo.

Lo más grave de todo es que del proceso de Larriera no quedó prácticamente nada. Se habló mucho de internas en el plantel y terminamos jugando muy mal al fútbol, a tan solo 6 meses de su alejamiento.

Sin perjuicio de todo lo anterior, habrá que seguir adelante y pensar en el campeonato que viene y la comodidad que nos otorga haber conquistado 45 unidades a lo largo del año. La mejor de las suertes al cuerpo técnico -que deberá mejorar muchísimo- y mucha fuerza.

Por último, le agradezco a mis escasos lectores por acompañarme una vez más. Un abrazo racinguista y hasta siempre.

¡Racing Racing!