Saber cambiar
Si uno ve y analiza el partido en Jardines, no es un puntazo, es mucho más que eso.
Bueno, no sé muy bien cómo llegué acá. Yo estaba en mi Twitter, como siempre, y de pronto me llega una invitación a escribir una columna partidaria de la IASA. Y claro, ¿quién soy yo para negarme a tal petición? Obvio que agarré viaje y acá estoy.
Si usted, estimado lector naranja, es de esos que va a la cancha es muy probable que me conozca, aunque sea de vista, así que no voy a irme muy lejos en presentaciones que nada aportan al caso.
Si, en cambio, usted no concurre a los partidos asiduamente, seguramente me conozca por "El que apoda jugadores por Twitter", rótulo que me he ganado a base de mucho sacrificio.
En fin, estamos acá para hablar de fútbol, o por lo menos para intentarlo, así que vamos a eso.
Si uno compara presupuestos, planteles e infraestructura, uno podría decir que el punto que Sud América rescató el pasado sábado en Jardines del Hipódromo es un puntazo. Pero si uno ve y analiza el partido, no es un puntazo, es mucho más que eso.
¿Por qué? Bueno, simple: porque si bien jugamos un buen primer tiempo, donde creamos tres chances claras de gol en las que Maravilla Colman obligó a lucirse a Torgnascioli, también jugamos casi media hora del segundo tiempo en otra cancha. No la vimos.
Luego del gol danubiano a los 2' del segundo tiempo y hasta el ingreso de Aldave a los 27', el equipo sintió el golpe del gol tempranero y le costó recuperarse.
El ingreso de Bryan contagió al equipo, que comenzó a mostrarse sólido en la mitad de la cancha y empezó a ir, sin profundidad, pero comenzó a tratar de arrimarse al arco de Danubio, de la mano de un Papo Barboza que se hizo cargo de la pelota e intentaba hacer jugar a sus compañeros, aunque sin mucho suceso.
He aquí el que, para un servidor, es el punto de inflexión del partido: el minuto 78, en el que se produce el ingreso del "Patita" Federico Millacet. El Patita entró, agarró su primera pelota y se sacó dos hombres de encima, algo que ningún jugador buzón había hecho en los 78 minutos anteriores.
Y aplaudo esto no por el hecho de haberse sacado dos rivales de encima, lo hago porque demuestra actitud, proactividad. El entrar y encarar a los defensas contrarios, te salga bien o te salga mal, no importa, pero entrás con ganas, y eso es lo que precisamos.
Si lo necesitaríamos que en su segunda intervención tomó la pelota, gambeteó y le dejó la pelota a Colman dentro del área, para que este descargara con Barboza, el Papo tire y luego de una serie interminable de rebotes, la pelota entrara mansa al arco franjeado, impulsada de manera muy poco ortodoxa por Fernando Arismendi.
Locura en la tribuna, porque rescatábamos un empate que, aunque fue justo, al menos yo no lo veía por ningún lado, y final. Nos íbamos de Jardines con un punto.
Rendimientos individuales destacables: Jonathan Barboza, quien quiso ser la manija del equipo siempre; los ingresos de Aldave y Millacet que fueron los revulsivos del equipo; Juan Alsina, que siempre que lo llaman rinde; y la entrega incansable de Maravilla Colman, que a esta altura lo quiero un poco menos que a mi vieja.
La semana que viene iremos de "locales" frente a Rentistas, en un partido que definirá si peleamos el descenso desde ahora o podemos aspirar a algo más. Ojalá los Flacos de Vivaldo estén en un buen día y podamos ganar para sacar ventaja frente a un rival directo por el descenso.
Capítulo aparte para el episodio que le tocó vivir a Ángel Luna. El Bebu salió fracturado a los 14' del primer tiempo y tuvo que quedarse al costado de la cancha hasta que llegara la ambulancia, la cual llegó EN LA MITAD DEL ENTRETIEMPO.
40 minutos un hombre con una lesión de entidad tirado en el pasto (no, no en una camilla, en el pasto). Otro hecho lamentable del fútbol uruguayo, y van...