Volver a ser testigos
Clásico o no clásico, el partido con Danubio siempre tiene un gusto especial. Y más cuando lo ganás de atrás y en la hora.
Qué difícil es contar lo que pasó este domingo, qué difícil poder transmitirles la emoción, los gritos, la euforia, si no estuvieron ahí. Porque lo que pasó en el Franzini el fin de semana fue absolutamente mágico.
Y qué importa si éramos pocos, si los que estábamos ahí era porque conocíamos de milagros. Ya habíamos visto a Defensor resurgir de estas y situaciones aún peores. Y estuvimos de nuevo para volver a ser testigos.
Para gritar esos últimos veinte minutos como quien está por salir campeón. Para agarrarnos la cabeza cuando el travesaño nos dijo que no. Para dejarle al juez estampadas todas nuestras intenciones después de ese penal no cobrado tan injustamente.
Pero no importó nada, porque Defensor en lugar de quedarse reclamando, fue por más. Porque cuando la situación nos es adversa, más nos nace esa necesidad de impartir justicia. Si el juez no nos iba dar el penal, el gol iba a tener que llegar igual.
Y ahí llega Maxi Gómez, con el cabezazo mágico, que curiosamente todos llegamos a ver menos él, producto del desmayo por el impacto en la cabeza con el defensa danubiano. Y la descarga de emociones fue brutal. Y la fiesta se quedó en el Parque Rodó.
¡Qué lindo que es ser de Defensor! Hoy nos levantamos y seguimos con esa sonrisa estúpida, la misma con la que fuimos a abrazarnos con los hinchas de siempre cuando terminó el partido. Para festejar esto que es nuestro y que no nos quita nadie.
Y sí, es cierto que no salimos campeones de nada, pero realmente el empujón anímico que nos da este triunfo seguro nos impulsa a lo que se viene. Sigamos confiando, este es el camino.
Ah, y me olvidaba, pobres de los que crean que ayer ganamos porque fueron responsables de que pararan el partido, ya que todavía no encontraron una mejor forma de canalizar el enojo que tirando piedras.
Esa gente no tiene idea de lo que es el fútbol, ni de ser hincha, ni de Defensor. Ayer ganamos porque los jugadores la pelearon hasta el final, no se rindieron nunca y dejaron todo en la cancha hasta el último minuto.