Comienza otra historia

El Campeón del Siglo quedó inaugurado con un mega-show histórico.

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Foto: @OficialCAP

El estadio propio era un sueño, algo lejano, intangible. No era fácil de creer que el tan cascoteado Peñarol del siglo XXI fuera a inaugurar una obra de tal magnitud y mucho menos con un evento de primerísimo nivel. Tenía que verlo con mis propios ojos...

Ya el primer encuentro con esa bestia de cemento te invita a sentirte parte. A lo lejos un escudo aurinegro gigante y un cartel que reza "CAMPEÓN DEL SIGLO" te indican que llegaste a la casa de Peñarol.

"Llegar temprano" y "rajar enseguida" fueron las consignas que hicieron a la de ayer una noche perfecta al evitar los embotellamientos que se produjeron. Sin dudas, aquí hay un aspecto a mejorar por parte de la organización, que tuvo que retrasar el comienzo del evento para que la gente pudiese llegar.

Una vez dentro la emoción es total: ver cómo se van tiñendo las cuatro tribunas de oro y carbón, ver nietos y abuelos con cara de asombro y la hinchada cantando "dar la vuelta en el estadio nuevo" genera rápidamente un sentido de pertenencia brutal al novel escenario.

Ya cómodo en mi asiento, cuando asumí que el sueño del estadio propio era una realidad, un show de otro continente se presentó ante mis incrédulos ojos y me robó las palabras.

Con una inmensa pantalla al estilo "mapping" y un Drexler inspiradísimo comenzó a relatarse la historia del club. A eso le siguió un cuerpo de artistas que emulaban una locomotora mientras Raúl Castro amenizaba con su exquisitez poética.

Candombe, murga, rock and roll, pero también funk, milonga y cumbia. Todo eso es Peñarol y ¡vaya si se habrá hecho escuchar! Fattoruso, Rada, Wolf, Cordera y Páez, insignias de la música del Río de la Plata, formaron parte de esa locomotora cultural que entre pieza y pieza hacía cantar a la hinchada con un pletórico Denis Ramos como director.

Drexler cerró este capítulo musical con su tema "La vida entera", acompañado de juveniles que realizaron una maravillosa coreografía y descubrieron el field oficial del estadio.

Para el final, se ejecutaron los himnos del club y del Campeón del Siglo. Y previo a la espectacular muestra de fuegos artificiales que dio por terminada la ceremonia, se presentó en toda la cancha el claro mensaje: "Violencia nunca más, hoy comienza otra historia". Chapeau.

Y esa otra historia es la que deberá construir Peñarol a lo largo del siglo XXI y de los que vengan. Porque de nada sirve ese coliseo aurinegro si no lo rebosamos de goles, gloria y títulos. Sin duda este flamante escenario servirá de impulso para un nuevo Peñarol: más profesional, más organizado y aún más grande. ¡Que así sea!

Corresponde, para terminar, felicitar a los dirigentes que hicieron posible este gran estadio, incluso al propio Damiani a quien hemos criticado cada vez que se equivoca (casi siempre), pero que llevó a cabo este emprendimiento con el tesón característico de los hinchas de Peñarol.

Esta obra generará una conexión aún mayor del equipo con la hinchada porque, como le cantó el Lolo a la Cataldi anoche: "Somos tú y yo, el uno para el otro".