Diferentes a nadie
El lema "un club diferente" nos quedó grande el domingo.
Tristeza, en primer lugar. Y rechazo, en segundo.
Futbolísticamente dimos lástima sí, pero me refiero a la imagen en las tribunas. Porque de los huecos que dejamos, de lo mal que se paró la defensa, los rebotes que dio el Mono y de lo rápido que llegaban ellos, de todo eso me olvidé cuando vi lo que pasó después.
"¿Y vos quién sos?", "es de cagón gritar desde atrás del alambrado", "¿hace cuánto que venís?", "no te conoce nadie". Y podría seguir citando frases que se olvidaban del sentido lógico.
Gente que insultaba a otra tratando de resolver si estaba bien o no insultar a nuestros propios jugadores. Coherencia. Más gente que trataba de separar. Otros que, como yo, miraban atónitos toda la situación tratando de convencerse que eso no era Defensor.
Justo la semana pasada cumplimos 103 años. A todos los violetas nos llena de emoción recordar en ese día todas los alegrías que nos permitió la viola. Pero leí las palabras de Santiago Díaz, que celebraba algo más: "Dueño de mis primeras grandes alegrías, pero también máximo responsable del aprendizaje en cuanto al manejo de las frustraciones".
A mí me encantó, pero el domingo entendí que esto no corre para todos igual. Aprendan a perder y no se olviden nunca que es un partido de fútbol. Y ta. Al final es un juego, y si no pueden canalizar la rabia de otra forma, una que no implique violencia, no vengan.
Rechazo. Mucho rechazo, no me identifico con nada de esto. No quiero creer que son los valores que nos representan como institución. Estas cosas no pueden pasar más.
Ni en la tribunas, ni en las canchas. Ni los jugadores, ni los hermanos, ni los hinchas. No, nadie. Parece mentira seguir insistiendo con que la violencia no es el camino. Pero por favor, no veamos lo del domingo nunca más.