Actores principales

Volvimos a perder en un partido increíble con un arbitraje escandaloso.

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Foto: AUF
Hace rato que perdimos el norte futbolísticamente y no es extraño que ya haya pasado mucho tiempo desde la última vez que ganamos un partido. Así y todo, en el partido de este sábado hay atenuantes. Y con esto me refiero al arbitraje bochornoso del juez principal y el asistente que estaba cerca de la tribuna visitante.

A poco de comenzado el partido, Juan Pablo Rodríguez levantó un buen centro para que Ithurralde nos pusiera en ventaja. Pero jamás nos adueñamos del partido. No fue sorpresa que Liverpool, sin mostrar un nivel superlativo de fútbol ni mucho menos, alcanzara el empate ante la pasividad defensiva académica.

Por momentos intentamos jugar, pero sin saber a qué. Porque en la práctica no jugamos a nada. El empate era lo correcto para un mal primer tiempo. Al segundo tiempo salieron todos los protagonistas con otra actitud.

Racing, jugando un poco con la desesperación del local y esperando para sacar algun contragolpe, ccosa que casi nunca consiguió. Ellos, en busca de un triunfo necesario para zafar del descenso. Y los jueces, actores principales del triunfo negriazul: tendenciosos con las infracciones, con dualidad de criterios para las amonestaciones y ni hablar de los fuera de juego omitidos por el línea.

A los 15 minutos, como "casualmente" viene pasando en todos los partidos del equipo de Belvedere, apareció un penal para abrir un partido. En este caso, tras una mano en nuestra área. Contreras lo contuvo bien y mejor aún en el rebote para conservar el empate.

A pesar de no merecerlo -aunque había levantado un poco después del penal- encontramos nosotros el segundo gol tras una gran jugada del capitán que terminó con un zurdazo cruzado. Racing, más que nunca, como cualquier equipo que hace mucho no gana, se dedicó a cuidar lo que había conseguido: una exigua ventaja.

Faltando poco para lograrlo, cuando iba a caer el enésimo centro al área racinguista la pelota rebota en Díaz (de buen partido) y #PenalParaLiverpool. ¿Qué tan pegado puede estar el brazo al cuerpo de un jugador? Verdaderamente insólito lo que cobró Pablo Giménez.

Ni el línea, que los había ayudado y lo siguió haciendo por lo que restó de partido, estando de frente a la jugada lo hubiera denunciado. Así llegó la igualdad.

Más tarde, en un pelota larga, el recién ingresado Otormín tuvo el triunfo cuando anticipó al golero rival y definió apenas afuera recibiendo un violentísimo golpe que debió significar indudablemente la expulsión de Bava y una infracción al borde del área (si no adentro).

Fue tan duro el golpe que no se pudo levantar hasta mucho después de terminado el partido. Es decir que en vez de quedarse ellos con 10 (o por lo menos ambos equipos por la lesión provocada a Leandro) nos quedamos en inferioridad numérica.

Cuando caía la noche y se jugaban... más de ¡7 minutos! de descuento, encontraron un gol. Como estaba cumplido el objetivo, se terminó el partido sin tiempo ni siquiera de sacar del medio. Lamentable.

Si este arbitraje fuera en favor de un equipo "grande" diríamos que está todo armado para que salga campeón o pelee por el campeonato, y si fuera en contra, el árbitro responsable no dirigiría por un buen tiempo.

¿Racing jugó bien? Claro está que no. Jugó muy mal, como todos los últimos partidos. ¿Liverpool jugó mejor? Discutible, aunque probable; pero mientras siga habiendo espectáculos de este calibre por parte de los encargados de impartir justicia dentro del campo, mientras haya equipos elegidos a dedo para ganar partidos, el fútbol uruguayo seguirá siendo inexorablemente mediocre como nos tiene demasiado acostumbrados.

Hasta el viernes. En las malas mucho más.